El origen de esta figura puede encontrarse en China alrededor del s.IX. Por aquel entonces, se decía que cuando un gato se lavaba la cara hasta llegar con la pata a la oreja, era señal de que iba a venir un invitado. Los defensores de esta teoría afirman que cuando un desconocido o una persona no “habitual” está cerca, los gatos se inquietan y automáticamente comienzan a limpiarse la cara.
Aunque esta no es la única teoría sobre su origen que podemos encontrar. Otra teoría es una leyenda supuestamente ocurrida durante el período Edo (1603-1868): se dice que a principios de este período había en Setagaya, al norte de Tokio, un templo religioso muy humilde, que atravesaba grandes dificultades económicas. Allí vivía el sacerdote del templo con su gata Tama como única compañía, compartiendo la escasa comida que podían conseguir.
Un día se formó una terrible tormenta, sorprendiendo, en medio de su caza a un rico señor feudal, Naotaka II , señor de Hikone. Este consiguió refugiarse bajo un árbol cercano al templo. Mientras esperaba vio un gato tricolor en la puerta del templo agitando la pata, haciendo señas para que entrase. Tras el asombro inicial, decidió abandonar el árbol y acercarse al templo por la curiosidad que le provocaba la gata que le llamaba. Al acercarse al gato, cayó un rayo que fulminó el árbol donde había estado resguardado segundos antes. Naotaka consideró que el gato le había salvado de la muerte, con lo que se convirtió en el benefactor del templo, pasándose a llamar Goutokuji y prosperando como nunca antes lo había hecho.
Tras su muerte, Tama fue enterrada de forma solemne en el cementerio para gatos que se creó en el templo y se hizo el Manekineko en su honor, simbolizando la buena fortuna que Tama había traído a Hikone y al templo de Setagaya.
Existen otras versiones de la historia:
La primera: una cortesana llamada Usugumo, vivía en Yoshiwara (al este de Tokio) y tenía un gato al cual amaba y criaba con mucho cariño. Una noche, el gato empezó a jugar con su kimono y se lo fue llevando a rastras. Daba igual lo que ella dijera, el gato seguía con su juego.
El propietario del burdel, al ver aparecer al gato con el kimono y pensando que el animal estaba embrujado, le cortó la cabeza. Esta salió volando hasta el techo, donde sin querer mató una serpiente, al parecer preparada para atacar en cualquier momento.
Usugumo quedó sumida en el dolor por la merte de su mascota. Para hacerla feliz uno de sus clientes le hizo un retrato en madera de su gato y se lo dio como regalo. Esta imagen del gato pasó a ser conocida como Manekineko.
La segunda: una señora mayor que vivía en Imado (este de Tokio) se vio forzada a vender su gato debido a la extrema pobreza en la que vivía. Poco tiempo después, el gato se le apareció en un sueño y le dijo que hiciera su imagen en arcilla.
La anciana se encargó de crear la estatua tal y como le dijo el gato y no tardó en venderla. Se dedicó a hacer más estatuas, viendo que gustaban a la gente y las compraban encantados. Muy populares se volvieron la anciana, el gato y pronto la mujer se hizo próspera y rica.
La palabra Manekineko se divide en Maneki (招き) procede del verbo maneku (招く) que en japonés significa «invitar a pasar» o «saludar». Neko (猫) significa «gato». Juntos literalmente significa «gato que invita a entrar». Según la tradición japonesa, el mensaje que transmite el gato con el movimiento de su pata es el siguiente: «Entra, por favor. Eres bienvenido».
El Manekineko es uno de tantos animales que tienen poder como talismán de la buena suerte, aunque su implantación en la galería de animales benefactores es relativamente reciente, a finales del siglo pasado. La escultura representa a un gato, particularmente de la raza bobtail japonés (una raza de gato tricolor: negro, marrón y blanco), en una actitud de llamada y no saludando como la mayoría de la gente piensa (los japoneses llaman con la palma hacia fuera, tal y como saludan los occidentales).
Puede ser vista frecuentemente en tiendas, restaurantes y otros negocios. Suele ser un gato que levanta su pata izquierda invitando a la gente a entrar en los negocios y en la pata derecha una moneda antigua japonesa llamada roban; tiene por lo general un collar con una cascabel que se cree ahuyenta los malos espíritus, elaborada a menudo en y actualmente también en plástico. En las versiones originales de porcelana la pata solía estar siempre levantada, aunque en las nuevas versiones de plástico la pata suele moverse de arriba abajo.
A la hora de elegir nuestro propio Manekineko debemos tener en cuenta que tenga la patita derecha bien levantada, cuánto más levantada la encontremos, más influirá en la atracción que ejerce para el dinero o en la clientela ya que se dice que cuanto más alta tenga la patita, llamará a clientes desde mayor distancia, ya que potenciará que nos llegue más fluidamente y desde más lugares.
Dependiendo la pata que el Manekineko levante tiene distintos significados:
Si saluda con la pata derecha se dice que trae prosperidad y dinero.
Si saluda con la pata izquierda, atrae visitas, también se cree que cuanto más alto levante la pata, los atrae desde mayores distancias.
Si saluda con ambas patas, protege al hogar o establecimiento.
Y no solo la pata levantada es importante; también lo es el color.
El verde : Cuidará de la seguridad en nuestro hogar.
El Blanco : Te dará buena suerte en los negocios.
El Azul : Te ayudará a cumplir tus sueños.
El Rojo : Te garantiza éxito en el amor.
El dorado : Hará que mejore tu economía.
El negro : Evitará el mal agüero y aumentará tu felicidad.
El rosa : Te ayudará a elegir la persona con la que contraer matrimonio.
El tricolor (blanco, marrón y negro): Tradicionalmente es el gato que más suerte da, y se dice que trae fortuna a los viajeros.
¡Que la suerte del Manekineko os acompañe!
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