Con este artículo inauguramos la sección Nippon Ai Shiteru, sección que proviene de nuestro programa de radio y podcast Radio Ramen dedicada a la cultura nippona, y que periódicamente iremos trayendo aquí al blog para ampliar la info que demos en la radio o para darle una segunda oportunidad a los contenidos recopilados.
En Nippon Ai Shitteru se irán repasando todos los entresijos de la historia de Japón y su cultura para ponerlos al alcance de todos vosotros. Para empezar hemos elegido el punto intermedio entre la modernidad y la tradición, representado en la Revolución Meiji. La historia de la Revolución Meiji plantea dos tipos de problemas: uno que hace referencia a la transición del feudalismo al capitalismo y, por otra parte, un problema referente a la estructura histórica específicamente japonesa que convierte a la Revolución Meiji en un “arquetipo” de la revolución burguesa.
Lo primero que debemos hacer es ponernos en antecedentes: Japón gobernado por la por el Shogunato Tokugawa, durante mas de 200 años, y cerrado con pena de muerte a cualquier extranjero. Este gobierno subió al poder en la Batalla de Sekigahara en 1598. Además centralizó y unificó todo el país dando poderes secundarios a los demás clanes. En 1853, llega el comodoro de la marina de los Estados Unidos, Matthew Perry, a bordo de lo que los japoneses llamaron, los barcos negros. Perry viajó a Japón con la intención de hacer un tratado comercial entre ambos países. Debido a la ausencia de respuestas del gobierno feudal, decidió acelerar el proceso usando la fuerza. Temiendo el destino colonial de otros países asiáticos por parte de occidente, el gobierno se vio indefenso contra las presiones militares. La única solución que encontró fue el acabar con el sakoku, que es el encierro auto provocado hacia el resto del mundo impuesto dos siglos antes.
El tratado trajo consigo graves repercusiones sociales y económicas en el país, como consecuencia de los términos humillantes impuestos por los extranjeros. Por ello, el shogunato tuvo que hacer frente al descontento interno que se materializó en un movimiento xenófobo y radical, el shono jio que significa: reverenciar al emperador, expulsar a los bárbaros. Los daimios se dividieron en dos grandes grupos enfrentados: los Ishi shishin formado por jóvenes samuráis y familias del sur contra los partidarios del shogunato, que contaban con diferentes fuerzas para enfrentarse a estos revolucionarios; entre ellos el Shinsengumi.
Los jóvenes samurai reconocieron que para llevar a cabo su objetivo de salvar al país era necesario un proceso de occidentalización sistemática. En 1868 muchos habían tenido contacto con el extranjero, algunos hasta habían viajado al exterior. Todos pensaban que la conservación implicaba transformación. La occidentalización era para ellos la fuerza que provocaría la transformación de Japón. Occidente contaba claramente con el secreto del éxito y por eso mismo había que imitarlo a toda costa. Tomar un conjunto de valores e instituciones de otra sociedad representaba un concepto bastante sorprendente, traumático y problemático. Ya que la sociedad japonesa era bastante diferente de Occidente, esto no podía llevarse a cabo de forma superficial y poco controlada.
Muchos se lanzaron con exagerada pasión en pro de la occidentalización. Para algunos, la renovación parecía implicar el abandono de todo lo que fuera japonés, en cuanto consideraban que todo el pasado era bárbaro y atrasado. Las propuestas llegaban hasta la renovación de la raza japonesa, considerada genéticamente inferior, mediante el entrecruzamiento con la “raza superior” occidental. Sugerencias basadas en las teorías occidentales del racismo social darwinista, que realmente encontraron un apoyo en las más altas esferas de Japón. Ciertos estilos de la vida de occidente, como el vestuario o la alimentación, fueron menos adoptados que la tecnología, los estilos arquitectónicos y las ideas de Occidente. ¿Acaso la occidentalización no implicaba el abandono de todo lo oriental, incluido el emperador?
Debido al abismo que había entre jóvenes samuráis y defensores del shogunato, se produjeron una serie de incidentes durante el último periodo de Edo, conocido como bakumatsu, que llegó a su fin con las guerras de boshin. Cinco grandes batallas que enfrentaron a los defensores del shogunato contra los prooccidentales. Llevándose la victoria estos últimos.
El emperador dejaba así de ser un títere en manos del shogun, quien había estado acaparando durante siglos todo el poder político. Para poder estar a la altura de las potencias mundiales, decide desmantelar el sistema feudal japonés, de esta manera anula el monopolio económico de los feudos dando luz verde a la libertad de iniciativa comercial e industrial. En el terreno social también se producen fuertes cambios:
- Se abolió la distinción entre las 4 clases sociales existentes (daimyo, samurai, campesino y comerciante)
- Se prohibió el uso de armas a los civiles, lo que trajo consigo el fin de los samuráis.
- Se permitió el uso de apellidos a los campesinos, que hasta el momento era de uso exclusivo de las clases altas.
Japón adoptó ciertos aspectos de la cultura occidental:
- Se adoptó el calendario gregoriano.
- Se redactó un nuevo código penal y una reforma del ejército a la imagen de Francia.
- Se copió el modelo británico que sirvió de guía en cuanto al ferrocarril, el telégrafo, las obras públicas, la industria téxtil, y muchos métodos de negocio.
- Las universidades se establecieron como en Alemania y Norteamérica, así como la educación primaria, la innovación agrícola y el correo.
- Se copiaron las mejores características de los gobiernos extranjeros, incluidas las cámaras parlamentarias.
Como podemos comprobar, la revolución Meiji no fue una revolución habitual, puesto que no fue el pueblo el que se alzó, si no que fue la clase burguesa la que inició un cambio en la sociedad. A diferencia de la Revolución Francesa, la Revolución Meiji se llevó a cabo “desde arriba”. A menudo se han atribuido sus causas a presiones externas, que obligaron a la apertura de Japón. Pero por sí solas estas fuerzas exteriores no habrían conseguido modernizar la sociedad.
Así pues todos estos acontecimientos provocaron un antes y un después en la historia de Japón ya que fueron una serie de cambios muy drásticos en muy poco tiempo. Tras la revolución Meiji, el gobierno tuvo como tarea el cumplimiento de dos objetivos principales.
Por un lado, la decisión de fortalecer el ejército, es decir, de desarrollar un poderío militar que le permitiera a Japón equipararse con occidente. Esto significó el comienzo del desastre, ya que es un aspecto relevante para explicar el origen de los conflictos que llevaron a Japón a participar en la Segunda Guerra Mundial.
El segundo objetivo de la política Meiji estuvo dirigido al desarrollo económico del país. Este fue sin duda el aspecto más exitoso y duradero de la revolución. Toda esta historia la podemos encontrar en magas y animes, donde nos cuentan desde una perspectiva particular y personal los conflictos de esta época. Podemos decir que en Sengoku Basara encontraremos los antecedentes y el destino del clan Tokugawa, y en Rurouni Kenshin toda la revolución Meiji.
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