Cada cierto tiempo el mundo de la gran pantalla nos sorprende con un pequeño tesoro que nos hace mantener la creencia de que aún existe el buen cine. Esta vez, ese tesoro nos atañe directamente a aquellos que hacemos nuestra la cultura japonesa. Kubo y las dos cuerdas mágicas nos presenta un mundo de leyenda, aventura, amor y espiritualidad, todo ello ubicado en Japón y ambientado en su periodo feudal.
https://www.youtube.com/watch?v=p4-6qJzeb3A
Un reparto desconocido para un universo imaginario
Travis Knight (Los Mundos de Coraline) dirige esta cinta de animación “stop-motion”, un proyecto que empezó hace dos años en el que se han cuidado absolutamente todos los detalles de cada personaje. El estudio responsable de dar vida a este sueño es Laika Animation, siempre vinculado a este tipo de animación y que lo demuestra ahora con Kubo. La expresividad de los protagonistas de esta cinta es tal, que al comienzo de la cinta no se sabría decir a ciencia cierta si la animación es digital o, como en este caso, una animación con siglos de historia.
La historia de Shannon Tindle y Marc Haimes es guionizada por el mismo Haimes y por Chris Butler, ambos pilares de esta película. No hay que olvidarse que uno de los puntos fuertes de la película es el elenco de nombres propios que prestan sus voces a los personajes de la películas: Charlize Theron (Mad Max: Furia en la carretera, Prometheus, Hancock) en el papel de “Mono”, Art Parkinson como “Kubo”, Ralph Fiennes (Voldemort, La lista de Schindler) como “Rey Luna”, George Takei (Sulu en Star Trek) como “Hosato”, Cary-Hiroyuki Tagawa (Memorias de una Geisha) como Hashi, Brenda Vaccaro como “Kameyo”, Rooney Mara interpretando a “Las Hermanas” y finamente Matthew McConaughey (La Torre Oscura, Interstellar, True Detective, Contact) como “Escarabajo”.
En España se han respetado las voces habituales en español de los actores americanos y por ello encontramos a Adrián Mier como “Kubo”, Alba Sola como “Mono”, Sergio Zamora como “Escarabajo”, Juan Antonio Bernal como “Rey Luna”, Enriqueta Linares como “Kameyo”, Laura Monedero como “Las Hermanas”, Pep Sais como “Hosato” e Enric Isasi-Isas Mendi como “Hashi”.
La luna, las estrellas y todo lo demás
Kubo y las dos cuerdas mágicas narra la historia de Kubo, un niño al que su abuelo le robó un ojo. Vive con su madre en lo alto de una montaña desde donde baja al pueblo a ganarse la vida. Todas las mañanas, en la plaza del pueblo, cuenta la misma historia sobre un samurái que lucha contra monstruos en busca de una espada, una armadura y un yelmo mágicos. Acompaña la actuación con las notas musicales de un shamisen y, empleando su magia, hace que el papel cobra vida transformándolo en figuras de origami que van representando la historia.
Pero Kubo siempre tiene que estar en casa al anochecer ya que, según su madre, sus dos tías vendrán para quitarle el ojo que le queda cuando se oculte el sol. Un día, mientras Kubo trata de hablar con su padre fallecido, pierde la noción del tiempo y se encuentra con sus dos tías, tal como le presagiaba su madre. Desesperado, corre a casa sin mucho éxito. Finalmente las dos esbeltas figuras terminan por darle caza, pero su madre, en un último intento de protección, da su vida para salvarlo enfrentándose a ellas.
Tras este encuentro, Kubo aparece en medio de la nieve junto a una mona que habla y un escarabajo samurái que lo ayudarán a conseguir las armas mágicas con las cuales podrá enfrentarse a su abuelo.
La historia es completa, dinámica, sin cabos sueltos y de ritmo adecuado, consiguiendo así momentos de acción, tensión e incluso angustia sin emplear un ápice de violencia gratuita. El amor es un tema fundamental en la película, pero es llevado a la espiritualidad del ser humano. Por otro lado, el concepto de la vida tras la muerte y la reencarnación se desarrollan de un modo tan sutil que no destaca en la historia, pero sí le da forma.
Una banda sonora que honra y respeta el shamisen
Una de los aspectos que más destaca de la película es su banda sonora. Dario Marianelli hace un trabajo increíble para que la música sea el catalizador perfecto entre la imagen y el espectador. El instrumento principal de la película es el shamisen, una guitarra japonesa que Kubo siempre lleva encima y con la cual pone en práctica su magia. En los momentos principales de acción, la música de las cuerdas del instrumento suena vibrante, limpia y tradicional. Marianelli logra la perfecta fusión del shamisen con la música orquestal necesaria para hacer un score que, simplemente con escucharlo, puede transportarte al Japón feudal, a sus calles y su historia.
Mil grullas
Hay que destacar que uno de los personajes de la historia es un samurái de papel con la técnica japonesa del origami. El protagonismo que se le ha dado a este arte va más allá de meras figuras de papel. En la cinta, estas figuras son el arma a través de las cuales, tanto Kubo como su madre, expresan sus sentimientos e inquietudes, además de ser un componente artístico que acompaña a la música de shamisen.
Una película que nadie debería dejar pasar
Este tipo de animación e historias no abundan mucho a día de hoy en la cartelera de los cines. Es la delicadeza, el interés, el deseo de un trabajo bien hecho, son las ganas de transmitir una historia a través de la imagen en movimiento. Es buen cine. Los autores eligen contar una historia de fantasía en una época en la que fantasmas, dragones, oscuridad y luz formaban parte de leyendas y mitos. El estudio decide la época y se documenta, la estudia y trata con respeto y con cariño, mostrando todos los matices con una técnica que requiere de algo más que ponerse detrás de una cámara. Requiere de precisión, de la habilidad de un artista, de alguien que sea capaz de dar vida fotograma a fotograma.
Una obra de arte que, lamentablemente, muchos se perderán por el mero hecho de ser una película infantil y de la cual muchos adultos deberían sacar sus propias conclusiones.
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