Sin duda, lo mejor de este III Salón del Manga ha sido el lugar donde se ha celebrado. La planta alta del pabellón C de Infecar es lo suficientemente grande como para acoger al número máximo de visitantes que puede congregar el evento. Son estimaciones mías, pero se podría afirmar que un 70% de los aficionados al manganime de Gran Canaria estaban presentes el sábado en el Salón entre las cinco y las siete de la tarde. Si bien es cierto que se pasan estrecheces durante el desarrollo del concurso de cosplay (como en todos los Salones), el público no tuvo que sufrir un calor agobiante ni falta de aire. Así que espero que en los próximos años, como mínimo, vuelva a celebrarse allí.
Asimismo, las medidas tomadas por la organización en cuanto a los concursos principales han sido acertadas. Imponiendo un número máximo de participantes en el concurso de cosplay y karaoke, además de una duración límite para cada actuación, se evita que dichos concursos se alarguen hasta el infinito. Para muchas personas, el de cosplay es la principal atracción de todo el Salón, por lo que cuidar con mimo hasta el último detalle es fundamental. Obviamente, los fallos técnicos son, hasta cierto punto, inevitables (canciones que no entran a tiempo, por ejemplo), pero el buen hacer de los presentadores quedó demostrado ante estos imprevistos.
Otra cosa muy positiva es el aumento de tiendas presentes en los stands. A las habituales de Gran Canaria, se sumaron otras tantas de la vecina isla de Tenerife. Se rumorea que uno de los objetivos para el hipotético Salón del año que viene, es traer a alguna tienda de la Península. A mí no me parece mal ni bien esta propuesta, pues considero que lo que prima, es el material que se ofrezca. En general, en el III Salón del Manga de Gran Canaria se ha podido encontrar una variedad mayor de productos que en sus predecesores, pero aparte de manga de gran circulación y diverso mechardising, en su mayoría chino, no hubo nada que destacase especialmente. Quizá algún que otro libro de fotografía temática o el curioso mercadillo de artículos comprados en Japón a nivel particular (revistas de moda, artbooks de idols masculinos, lápices, etc.). Sé que no se puede ser demasiado exigente en este aspecto, puesto que he estado en el Salón del Manga de Barcelona y he comprobado que, a gran escala, allí se ofrece más o menos lo mismo. Entonces, ¿qué se echa de menos? Más material japonés original. Eso sí, la gran pregunta es si la gente estaría dispuesta a pagar por ello…
En cuanto a los talleres y actividades, me sorprendió la gran cantidad de consolas de videojuegos disponibles y lo bien distribuidas que estaban. Por lo que pude apreciar, no hubo demasiado follón para echar una partida, más allá de un tiempo de espera prudencial. La caligrafía, las clases elementales de japonés, origami, dibujo, modelaje y go convivieron con el taller de amiguri, el de decoración de máscaras y partidas de Magic y Yu-Gi-Oh! De nuevo, buena nota para la organización.
Pero no todo podía ser bueno. Quizás el punto que considero que debe mejorar con urgencia, es el del servicio de comida. La cocina de la que disponían los encargados era demasiado pequeña para atender semejante demanda de ramen el sábado. La cola era casi tan larga como al entrar a primera hora, hasta una de las organizadoras tuvo que echar una mano para servir fideos instantáneos. El menú ofertado era escaso. El año pasado se podía pedir sushi (de bandejas refrigeradas y no demasiada calidad), pero este año, aparte del ramen y mochi, poco más podías elegir. Con reforzar el personal en la hora punta y disponer de un lugar de preparación más amplio, esto estaría solucionado.
La iniciativa de traer a un grupo de Visual Kei para dar un concierto no ha estado nada mal, pero creo que es, hasta cierto punto, prescindible. El sábado eran muy pocos los que les prestaron atención. Si bien me gustó la novedad, pienso que el tiempo y dinero destinado a ello podría dedicarse a organizar, por ejemplo, alguna mesa redonda o charla, e incluso proyección.
El otro punto que no puedo dejarme atrás, es el aumento de asistentes, sobre todo de gente joven. Los veteranos estamos acostumbrados a ver siempre las mismas caras. Por eso, toparte con tanta pasión por el manganime entre los que están empezando es esperanzador, puesto que por cada diez chicos y chicas que dan sus primeros pasos en el mundo otaku, puede que tres o cuatro lleguen a gustar realmente del cómic y animación japonés, sin que quede en una simple moda adolescente.
Ellos son el futuro de los Salones que vengan. Desde aquí quisiera agradecer a FataFactory y Otaku Island el trabajo realizado y las facilidades que me han dado. Sólo espero que aprendan de los aciertos y errores, que traten de superarse en el los venideros y que hayáis disfrutado de esta crónica escrita desde un punto de vista a caballo entre la pasión y la neutralidad.
Enlaces:
Especial III Salón Manga de Gran Canaria
Galeria de Fotos del III Salón del Manga de Gran Canaria
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