Aunque era un olímpico, pasaba la mayor parte del tiempo en su oscuro reino. Temido y odiado, Hades personificaba la inexorable finalidad de la muerte. No era un dios malvado, pues aunque era severo, cruel y despiadado, era no obstante justo.
Al nacer, fue devorado por su padre Crono, pero más tarde fue expulsado de su cuerpo gracias a Zeus. Así, comenzó una guerra contra los Titanes, guerra en la que participó Hades, y los Cíclopes lo armaron con un casco que volvía invisible al que lo llevaba.
Hades, o Plutón, nombre que otorgaron los romanos a este dios, reina en los Infiernos, sobre los muertos, siendo un amo despiadado que no permite a ninguno de sus súbditos a volver a la tierra. Asistido por demonios y todo tipo de genios (Caronte, el barquero, por ejemplo), tiene a su lado a Perséfone, no menos cruel, la cuál había sido raptada en los llanos de Sicilia mientras jugaba y cogía flores con sus compañeras. Perséfone era sobrina de Hades, y él estaba enamorado de ella, pero Zeus, su padre, no había consentido en el matrimonio porque le repugnaba que se quedase eternamente encerrada en el Tártaro. Por eso Hades resolvió raptarla. Más tarde, Zeus ordenó a Hades que Perséfone fuese devuelta a su madre, pero Hades había hecho que su esposa comiera un grano de granada, ya que quienquiera que visita el Tártaro y toma en él un alimento cualquiera no puede volver ya al mundo de los vivos. Así pues, Perséfone se vio forzada a permanecer una parte del año junto a Hades.
Hades también interviene en otro mito. La Ilíada cuenta que, cuando Heracles descendió a los Infiernos, Hades quiso impedirle la entrada en su reino y se enfrentó con él; pero Heracles lo hirió de un flechazo en el hombro y el dios tuvo que ser conducido rápidamente al Olimpo, donde Pean, el dios que cura, le aplicó un bálsamo milagroso, que le cicatrizó rápidamente la herida. Hay variantes que muestran a Heracles abatiendo al dios de una pedrada, pero sea lo que fuera la victoria quedó para el hijo de Zeus.
Este Hades, que anteriormente era Alone, realiza pinturas que, una vez terminadas, provocaban la muerte del modelo retratado. Desde el principio de Saint Seiya: The Lost Canvas, buscaba un color muy particular: un rojo vivo: color del corazón, de la sangre, del amor y del calor. Sin embargo, hasta que no renació Hades tomando su cuerpo, no descubrió que el color que buscaba era el rojo de la sangre. Irónicamente, el color rojo ha sido muy importante en la Antigüedad, puesto que es un símbolo de la vida y, en un principio, se pintaba con la sangre de los animales. Resulta irónico pensar que Hades utiliza el rojo de la sangre para acabar con la vida de sus víctimas.
Su última gran obra la tituló The Lost Canvas, o El Lienzo Perdido, en el que se puede visualizar un gran número de ángeles, que puede recordar al Cielo mencionado en distintos libros de La Biblia. Es por eso que, al visualizarla, se puede asociar ese lienzo con cualquier otra representación realizada durante la Edad Media, como El Juicio Final, de Miguel Ángel, que se puede ver en La Capilla Sixtina.
Próxima entrada: Los Espectros I
Enlaces:
Especial Saint Seiya: The Lost Canvas
Guía de Episodios SS: The Lost Canvas
Guía de Personajes SS: The Lost Canvas
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