Tomando como base el muestreo por cuotas de la ley de estadística, según la cual el análisis de una muestra representativa arroja resultados aplicables a gran escala, este reportaje hace un pequeño inciso en el mundo de los libreros especializados y sus experiencias. La muestra representativa es, en este caso, Moebius, una de las tiendas más veteranas de España, localizada en la calle Peregrina de Las Palmas de Gran Canaria.
Por Nisa Arce
La historia de Moebius
Tal y como cuenta Paco, dueño y fundador, Moebius abrió por primera vez sus puertas en 1982. Al principio vendían música, especialmente en vinilo, y cómics, inclusive de segunda mano. El secreto de su permanencia durante estos veintisiete años de aventura se basa, principalmente, en saber adaptarse a los cambios de demanda de la clientela.
Por aquel entonces, regentar un negocio de cómics en Canarias era una odisea. «Las novedades llegaban con unos tres meses de diferencia con respecto a su lanzamiento en Península y el único canal de venta que existía, era la distribuidora que distribuía por kioscos«. Por fortuna, las cosas han cambiado y la mejora tanto de infraestructuras como de comunicaciones ha hecho que estas demoras pertenezcan al pasado. «A día de hoy las editoriales se han profesionalizado bastante y venden directamente al cliente sin pasar por otros canales, nos tarda en llegar el material una semana como mucho«. De igual manera, Paco afirma que cuando abrió la tienda, «jamás hubiese pensado que el manga sería un pilar tan importante en el negocio, su despegue en España ha sido como una bomba» y es que, tal y como apunta Víctor, el encargado, «a día de hoy, supone el 60% de la facturación total».
En cuanto al perfil de consumidor, Paco lo tiene claro: «conservo clientes de toda la vida, e incluso los hijos de algunos vienen ahora a comprar, pero el 75% de la gente que viene por aquí son menores de 25 años. En general, la clientela tiene un nivel cultural medio-alto. Es gente con estudios, que dedica gran parte de su tiempo libre a leer y que busca un entretenimiento, porque lo que nosotros vendemos, es ocio».
Lo cierto es que rara vez Moebius está vacía. Como consecuencia directa del aumento de consumidores, hace tres años su ubicación cambió y se trasladó a un local situado en la misma calle, sólo que con unos 40 metros más de superficie que el anterior. Sin embargo, afirman que, con todo, la tienda ya se les ha quedado pequeña. «Cada vez hay más series y nuestra política es tener todo lo posible a la vista, porque lo que la gente quiere es ver cosas», dice Paco. Lejos quedan aquellos años en los que encontrarse un manga en las estanterías era una rareza. Entre ese periodo y el que nos encontramos viviendo, se han producido dos revoluciones diferenciables.
La primera revolución: Glénat
Víctor, encargado de Moebius, lleva trabajando ahí 6 años pero conoce al dedillo su trayectoria. Como aficionado al cómic desde temprana edad, ha vivido las oleadas sufridas por el mercado del manga tanto como aficionado como profesional.
«Los primeros mangas que se editaron en España a partir de 1992, en comic book o prestigio, eran excelentes, como decía Austin Powers: Crying Freeman, El puño de la Estrella del Norte, Dragon Ball…, pero fue un fracaso de ventas por estar en formatos imposibles para series tan largas. En esa época no había un público que demandase exclusivamente manga, sino aficionados al cómic en general que probaban, en muchos casos por haber visto en televisión las series animadas. Así que el supuesto boom del manga se sustentaba en Dragon Ball y los tomitos en color de Akira, de la versión americana. Prácticamente ninguna de esas colecciones llegó a completarse«.
La tienda traía dicho material en su política de vender cualquier novedad que saliese al mercado y fue viendo cómo, muy lentamente, las cosas iban cambiando. «Se pasó de un momento en el que prácticamente no se publicaba manga, en el año 97, al verdadero punto de inflexión: Rurouni Kenshin«.
Ya es bien conocido cómo las aventuras Kenshin no sólo salvaron de la quiebra a Glénat, sino que puso los cimientos de la cultura manga establecida actualmente en el país.
«Yo por aquel entonces» dice Víctor «no trabajaba en Moebius, pero cuando vi en otra tienda que abrían una caja y sacaba los tomos de Saint Seiya, me sorprendió, pues no estaba acostumbrado. La presentación, el sentido de lectura oriental, la apuesta en ese formato por series que habían fracasado en comic book, como el caso de Ranma… En resumidas cuentas, que todo lo que tenemos hoy en día, se debe a Rurouni Kenshin«.
Es a partir de ahí cuando el papel de observador de los profesionales adquiere una notoria importancia. Según Víctor, «fue cuando surgió un perfil nuevo: el de la gente que sólo compra y lee manga, un producto muy marcado que ha hecho que tenga clientes que no saben leer cómics en el sentido de lectura occidental. Eso no quiere decir que el 100% de los que lo compran no demanden otra cosa, porque también hay gente aficionada al cómic en general que tanto lee Marvel como El lobo solitario y su cachorro o 20th Century Boys. Sin embargo, hay un cierto tipo de manga, con unos códigos estilísticos muy concretos, que no entran por los ojos a todo el mundo. Es el caso de los de mechas, que es casi imposible que los compre alguien que no lee manga, o el shojo. En cuanto al shonen, sí que tienen un perfil de consumidor más abierto, porque en el fondo, son cómics de super héroes«.
La juventud de los compradores también es una característica muy acusada. «Hay gente que empieza en el manga porque lo ven como una moda y a medida que van creciendo les sigue gustando. Si bien hay lectores de Marvel que se niegan a leer manga, también hay mucho otaku que se niega a leer cualquier cosa que no sea manga. Pienso que se debe a que hay tanta oferta que muchos prefieren no meterse a coleccionista de X-Men o Spiderman, pues son series larguísimas que requieren de una fuente de ingresos estable para afrontarlas. Así que se centran en un género concreto y de ahí no salen. Si te gusta el manga, tienes quinientos mil donde elegir. Si te gusta el europeo, otro tanto de lo mismo. Si te gusta el americano, también».
En cuanto al aumento progresivo de series disponibles en el mercado, Víctor afirma que «siempre es bueno que haya mucha mercancía, y no hablo sólo de manga. Digo que es bueno porque el cliente tiene donde elegir. Si me hubiesen dicho hace diez años que llegaría a vender una serie sobre panaderos, se me habría caído la cara al suelo del asombro» (en referencia a Yakitate Japan! o Amasando Ja-pan).
Algo que también destaca, es el poder que ha tenido el manga a la hora de atraer al público femenino a las tiendas de cómics. «Antes, si una chica entraba a comprar cómic, todos la miraban raro, como si fuera un fantasma, e iban detrás de ella. Las chicas no compraban cómic nunca. Bueno, sí, había dos o tres, pero hoy en día, la mitad del público son chicas y todo ello gracias al manga, que ha cubierto ese espacio vacío del cómic destinado a mujeres, que ya supone más del 50% de lo que se publica en España«.
Por su parte, Adolfo, encargado de todo lo relacionado con música y juegos de rol, destaca que «hubo un antes y un después tras Naruto. Las ventas han sido bestiales, ha sido un segundo Dragon Ball que ha marcado otra etapa en el mercado. Es normal que la gente, cuando descubre algo que le gusta, vaya probando otras cosas y se afianzance en el círculo«. En el éxito de Naruto hay, sin duda, un claro componente virtual sin el que la segunda revolución, esa que todavía nos encontramos viviendo, no habría existido.
La segunda revolución: Internet
Según palabras de Paco, «el negocio actualmente funciona a través de Internet, pues casi todos los pedidos los hacemos por correo electrónico. La tienda es el ordenador. Las editoriales nos envían correos con las novedades, hacemos los pedidos a través de ese medio». De hecho, uno de los pilares fuertes de Moebius, es su lista de correo por la que avisan de las novedades que entran a la tienda en el mismo momento en que están disponibles.»Hoy día hay mucha competencia y, como dice el refrán, el que da primero, da dos veces. Si llega una novedad a la tienda, quiero que mi cliente se entere sobre la marcha. Porque incluso antes de que llegue la novedad, ya me está preguntando por ella ¿Cuándo llega el último de Naruto? ¿Cuándo llega el último de Fullmetal?».
De hecho, puede que la parte más dura del negocio, sea el abastecimiento. Víctor lo deja bien claro: «hay que hacer calibraciones constantemente para saber qué tienes que pedir a las editoriales y en cuánta cantidad, aunque siempre es mejor pedir y que haya de más a que la gente se quede sin lo que busca. Para ello, es vital que los dependientes tengan conocimiento del material con el que trabajan. Y si no conoces la serie por la que te pregunta alguien, al día siguiente te molestas en buscar por la red información porque hay que estar siempre al día«.
No sólo Internet ha condicionado el procedimiento a la hora de adquirir material, sino también, en gran medida, el comportamiento de toda una generación de aficionados. Dice Víctor que «una cosa que me sorprende es que muchos de los compradores de manga están enterados de lo último. Hay tres tipos de velocidad en el cómic: la velocidad del cómic europeo, con obras como Thorgal, que se publica una vez al año, luego está el público de velocidad media que compra Spiderman, que sale una vez al mes, y luego los chavales del manga, que me vienen y me dicen, y me dejan a cuadros. Por ejemplo, me pedían el manga y merchandising de Fullmetal Alchemist dos años antes de que llegase a España. Ese cambio en el público de hoy en día, es consecuencia directa de Internet«.
En cuanto al espinoso tema de la piratería, Víctor piensa que «en realidad, Internet ha beneficiado a las editoriales, porque es una potente fuente de testeo. El chaval que baja algo de Internet que realmente le gusta, se acaba comprando el manga en papel. Yo mismo leo mucho de la red para informarme y no perder el hilo«. La red de redes ha propiciado también el auge de otro hábito de consumo muy ligado al manga, el merchandising. «Muchos ya no se conforman con llevarse únicamente el cómic, sino que quieren figuras, bandanas, pañuelos, llaveros, anillos… El manga es una fábrica de hacer dinero. Hay de todo, desde material que cuesta 2 euros al que cuesta 200, pero la gente compra mucho. Es algo que no hubiese pensado no hace diez años, sino cinco. El 90% del merchandising que se vende, es derivado del manga«.
¿Hacia dónde va el mercado?
Si hay algo en lo que los tres coinciden, es en su optimismo con respecto al futuro del manga en nuestro país. «El manga empezó como una moda, porque era un producto nuevo que llamaba la atención y estaba bien. Pero claro, después de diez años, ha dejado de ser una moda. Hay gente que lo descubre y se queda y otros para los que es una afición pasajera y se van. Hoy en día, el manga es un producto que está establecido, como los cómics de super héroes. Puede que se venda más o menos, para ya está establecido en España«, afirma Víctor. Lo importante es, por tanto, que siga primando la variedad, aunque el efecto actual, «la acumulación de material pendiente de leer sin que haya tiempo para hacerlo«, como dice Adolfo, siga siendo la tónica imperante.
De igual manera, opinan que el papel convivirá con lo electrónico, en vistas al manga digital que empieza a distribuirse en teléfonos móviles y otros dispositivos en Japón, o al tímido asentamiento de los lectores digitales de libros. Pero el que el cómic en general y el manga en particular permanezca, depende en gran medida de dos factores: el económico y el social.
Con respecto al primero, es inevitable hablar de la crisis que nos sacude. Dice el encargado de Moebius que «no ha afectado prácticamente en nada a los cómics. Se ha vendido casi lo mismo que el año pasado, quizás un 5% menos. La gente que antes se gastaba 100 euros al mes ahora se gasta 50, pero una característica del mercado del manga, es que los compradores están en movimiento constante, unos se van y llegan otros. También se ha notado en que antes se compraba más a lo loco y ahora se lo piensan más, se informan previamente por Internet… También ofrecemos la posibilidad de que, si alguien se lleva el primer tomo de una serie y no le gusta, lo puede devolver y cambiarlo por otro si está en perfecto estado. Ante todo, queremos que el cliente se vaya contento y vuelva«.
En lo que al ritmo de ventas se refiere, existen varios axiomas como el que menciona Adolfo. «Cuando una serie está completa, vende mucho, pero hay ocasiones en las que se producen fenómenos que no te esperas. Por ejemplo, este verano, Death Note se ha vendido un montón, pese a ser una serie ya terminada que lleva varios años a la venta. Hubo varios momentos en los que no teníamos el número uno«. En la otra cara de la moneda, están las series que, fuera de su comprensión, se han vendido mal o, simplemente, nunca se llegaron a vender. «Subaru«, dice Víctor. «Nunca conseguí colar ni uno. Y no sé por qué, porque el dibujo está muy bien, al igual que la historia, pero a las chicas no les interesaba. Ahora con la promoción de Glénat parece que la cosa mejora. Otro manga que es casi imposible venderlo, y lo siento por las chicas del yaoi, es Bronze. Y luego hay cosas que uno piensa que es extrañísimo que no venda, como el caso del manga de Planetes o Chocomimi«.
En cuanto al segundo factor, el social, Víctor lo tiene claro: «todavía los hay que te miran raro si dices que te gusta leer cómics. Pero también es cierto que una gran parte de la población no lee ni compra nada, no tiene cultura. Que cuestione tu gusto por el manga una persona que sólo lee el Marca o ve Corazón, corazón, o que sólo se lee El código Da Vinci cada cuatro años porque está de moda, pues… Como que no les puedes pedir más. Pero sí que ha habido un cambio de cultura. Antes los que compraban cómics eran bichos raros. Hoy en día, te da hasta un puntillo intelectual. Y mucha gente que antes no compraba ni por asomo, como las señoras mayores, ahora sí lo hacen y se llevan obras de Taniguchi, o cómics autobiográficos como Persépolis«.
Los entresijos del negocio
El lector de manga, cuando acude a su tienda habitual, espera entrar, elegir entre lo disponible, llevárselo y disfrutar, sin pararse a pensar en la cadena logística humana que hay detrás de un acto tan simple.
Una de las cosas más duras de este trabajo, es la organización. Cuenta Víctor que «una característica de este tipo de negocios, es que tienes que tener a la vista todo lo que haya de cada serie. No puedo tener sólo el número uno de Naruto en exposición. Hay que tener tanto en estantería como en stock, lo que implica un esfuerzo tremendo. Cada dos semanas reorganizamos la distribución de la tienda. Hoy en día salen entre doscientos y doscientos cincuenta cómics al mes, así que a veces es una batalla perdida. No puedes tenerlo todo amontonado, tiene que ser cómodo a la vista, géneros por zonas y demás«. Adolfo añade además que «cada vez que hacemos pedidos tenemos que estar mirando qué cantidad exacta hay que pedir con vistas a tener stock para un mes y no quedarte corto, aunque a veces te llevas el palo y series que pensabas que iban a vender bien, resulta que no es así. De vez en cuando te llevas sorpresas, pero hay que jugar un poco con la experiencia y la intuición«.
Llevar tanto tiempo en la cresta de la ola es duro. Para Paco, lo más complicado «es la constancia, estar siempre al día con las novedades y al pie del cañón. Pero lo más bonito es sentarte y ver cómo la gente viene, así como la gratifiación de llevar todos estos años aquí y ver que el negocio prospera. He vivido situaciones dignas de recopilar en un libro, algo que no he hecho y que lamento, pero entre las anécdotas que recuerdo, puedo mencionar a personajes ilustres que han venido a comprar, como Juan Fernando López Aguilar, que es un gran aficionado al cómic y caricaturista, o aquella ocasión en la que un señor preguntó si teníamos cómics para altos ejecutivos«.
Adolfo menciona que lo peor es «el horario«, mientras que Víctor subraya que «lo peor de este trabajo, como en todos los trabajos de cara al público, es toparte con determinados clientes desagradables. Suelen ser gente ya mayor que considera que lo que no les gusta es basura para niños y que no dan el brazo a torcer. Los aficionados al manga, aunque haya gente que no lo cree, suelen ser muy tratables. En cuanto a lo mejor… trabajo en lo que me gusta, aunque sea muy sacrificado porque nunca desconecto«.
He aquí esta radiografía del pasado, el presente y el hipotético futuro del cómic japonés publicado en España, realizada por tres veteranos del sector. Desde Ramen Para Dos, agradecemos su colaboración y esperamos que, la próxima vez que el lector vaya a comprar sus mangas favoritos, se detenga aunque sea un breve instante a pensar en ese aliado que está al otro lado del mostrador, que pone tanto empeño y echa tantas horas para que esta afición siga siendo, por mucho tiempo, un hobby apasionante capaz de unir a gente de condición, edad y procedencias tan dispares.
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