Veinte años solo se cumplen una vez en la vida, y Detective Conan no ha podido celebrarlo de mejor manera. Una de las franquicias más longevas y exitosas de Japón, cuenta a día de hoy con 982 capítulos de manga, 843 episodios en su adaptación animada, veinte películas, con una más en camino para abril de 2017, así como infinidad de OVAs y especiales como el que hoy nos ocupa: Episode ONE. Como en todas las reviews, os advertimos que este artículo contiene spoilers.
Detective Conan: Episode ONE es un remake de 90 minutos de duración del capítulo que lo empezó todo, Asesinato en la montaña rusa. Del 8 de enero de 1996 al 9 de diciembre de 2016 han cambiado muchas cosas, y se podría decir que este es el caso para este especial. Con respecto al original, el capítulo se ha adaptado a nuestros tiempos con la aparición de elementos más modernos, como el ordenador de la científica Shiho Miyano, alias Sherry, el primer personaje que podemos ver en el especial.
De hecho, es una escena que muchos deseaban ver, la futura Haibara en su ámbito de trabajo investigando los sorprendentes resultados de su nueva creación, la que será finalmente conocida como APTX 4869. Y hablando de personajes, no hay mejor manera de presentar al detective Shinichi Kudo que con un símil de tiburones: ambos acechan a sus presas sin descanso y nunca las dejan escapar; antes de dar el inicio extraoficial al capítulo con el mítico opening Mune Ga Doki Doki.
Un detalle bastante curioso y visible desde las primeras secuencias es el énfasis puesto en la relación de Shinichi y Ran. Ya no parecen simples compañeros de clase, sino que actúan como si fueran prácticamente novios. Desde el momento en el que el teléfono de Ran cae en una alcantarilla a la salida del acuario (por culpa de Shinichi, todo sea dicho), el chico decide compensarla comprando un móvil nuevo e incluso invitándola a Tropical Land. Aunque claro, esa decisión queda en suspenso hasta que ella no gane el torneo de kárate, otro fragmento inédito de la primera temporada.
Justo después de este momento esclarecedor, entran en escena dos personajes clave: Gin y Vodka, los Hombres de Negro, conversando con otro miembro desconocido de la Organización. La mención de las “ratas” y el cóctel XYZ, que señaliza el punto final, hacen temblar a cualquiera. El joven miembro, una de esas “ratas” infiltradas, acaba muriendo de una forma reminiscente de una comedia de humor negro. Tras dos sustos falsos poniendo la llave en su coche y ajustándose el cinturón, el vehículo acaba explotando al meter la marcha atrás. No deja de ser una escena curiosa, que demuestra que Gin sigue siendo igual de cínico tras veinte años.
En la siguiente escena volvemos a tener una muestra del casi noviazgo de los protagonistas, con Ran acercándose a casa de su amigo de la infancia para ir a buscarlo pero que acaba preparándole el desayuno, en un momento que nos recuerda a una mañana típica de recién casados. Es a partir de este instante que comienza el festival de los cameos, con las apariciones estelares de los Detectives Juveniles jugando a fútbol, la karateka Hina Wada, rival de Ran y que además tiene tiempo para reducir a un ladrón; la narradora Sonoko junto con sus padres y el señor Sewa, el primero de la larga lista de asesinos que han pasado por la serie.
Las secuencias posteriores muestran aún más si cabe este empeño de Gosho Aoyama de ver a sus personajes como una feliz pareja, esta vez con el momento tomando forma dentro de la biblioteca de los Kudo, donde además de reír con la idea de Ran de creer que el primer amor de Shinichi fue su madre, vemos un “adelanto” del que será el capítulo en el que el detective y la karateka se conocen en párvulos. Son guiños constantes a los seguidores de la serie y los fans acérrimos de ambos personajes, pero nunca se sabe que puede estar tramando el autor en su mente. Desafortunadamente, el momento queda arruinado por la explosiva aparición -nunca mejor dicho- del profesor Agase con su jetpack, un invento que también hizo de las suyas en el episodio original. Los últimos momentos del día los protagonizan los padres de Ran, con una clásica discusión extramatrimonial; y Gin y Vodka, que preparan su encuentro con un mafioso en Tropical Land. Aquí descubrimos que fue idea de Bourbon, más adelante conocido como Tooru Amuro, la de realizar el intercambio en el parque de atracciones, quizá con la idea de provocar algún que otro error en sus “compañeros”.
Al día siguiente se celebra el torneo regional de kárate, donde Ran saca a relucir su estilo y arte luchando. Es curioso ver en la misma escena a Kogoro y a Eri animando a su hija y lanzándose indirectas el uno al otro, mientras que a Sonoko solo le faltan unos pompones. En la final se enfrenta a su rival, Hina Wada, que desde un inicio le pone en una situación comprometida dando pie a la preocupación de sus padres y su amiga. Dicha amiga pierde el sentido del ridículo para ponerse a gritar consignas de ánimo sin ningún tipo de vergüenza, algo que llama la atención de cierto luchador llamado Makoto Kyogoku. Antes de que se reanude el torneo, Ran puede ver a Shinichi disculpándose a lo lejos, ya que tiene que marcharse del lugar para resolver un caso. Los instantes posteriores se salen del registro habitual de Detective Conan y recuerdan más a un anime de fantasía o terror, con Ran rodeada por un aura de rabia y ganas de matar. A posteriori podremos ver que este enfado fue el empujón que necesitaba para ganar el torneo.
A partir de aquí, todo nos resulta mucho más familiar, con la llegada de Shinichi al escenario del primer asesinato de toda la serie. Obviamente, las escenas no han sido recreadas con exactitud al 100%, pero destaca el trabajo del equipo de animación y los guionistas vigilando cada detalle. En otra escena clásica, la que nos presentaría a Ran en el primer capítulo original, podemos ver otros tres cameos: el de Rena Mizunashi en una de las pantallas de televisión, y el de los padres de Shinichi con los disfraces del capítulo El secuestro de Conan Edogawa. Lo que no cambia es el deseo de Shinichi de ser el Sherlock Holmes de este siglo, algo que incluso sonroja a su amiga.
El día de Tropical Land ha llegado, y nada más empezar la secuencia vivimos un viaje al pasado, con la recreación de la escena inicial de la cuarta película, Atrapado en sus ojos, y el espectáculo de agua y color de la fuente. En ese momento el especial nos vuelve a propinar un golpe de nostalgia, con un resumen del día de Shinichi y Ran en el parque al ritmo de uno de los openings más míticos de la serie: Unmei no Roulette Mawashite, del grupo ZARD y cantado por la desaparecida Izumi Sakai, gran aficionada a la serie. Sin duda, un emotivo homenaje a su figura. Esta secuencia es un sinfín de momentos “románticos” entre los dos amigos de la infancia, desde la ardilla en miniatura que a Ran le recuerda a la de Nueva York, hasta el momento en que se toman la famosa fotografía que la chica tiene enmarcada en su escritorio. El romanticismo queda cortado en seco con la llegada de los hombres de negro.
Durante la espera en la cola de la Scary Coaster, vivimos uno de los momentos que puso con el corazón en un puño a millones de fans en todo el mundo: el casi beso de Shinichi y Ran, imaginado en la cabeza del detective. Hasta que Aoyama no se decida a hacerle dar el paso, esto será lo más cerca que sus labios estarán de juntarse. Otro momento recreado con mucha gracia fue el enfado de Ran, harta de escuchar habladurías de Sherlock Holmes y Conan Doyle, y su posterior broma a Shinichi. Una vez subidos en la montaña rusa y moviéndose a toda velocidad, Gin y Vodka protagonizan uno de los momentos más extraños de todo el especial. En primer lugar, ni la velocidad ni las curvas logran quitarles el sombrero y las gafas. En segundo, Vodka vigila a su interlocutor con unos prismáticos sin problemas, mientras Gin puede incluso enviar un SMS sin que el móvil le salga volando. El mensaje va destinado a Chianti, quien se encuentra junto a Korn, y les ordena retirarse. Korn parece tener otros planes mientras mira la noria con cierto sonrojo. Una escena rara como pocas.
El momento de la verdad llega al producirse la decapitación en la montaña rusa. Esta vez no hay un rayo de luz apuntando hacia el cielo, sino un cuerpo descabezado y sangre saliendo por todos lados. Una falta de censura que los fans pedían a gritos desde que se supo de la existencia de este especial, y que se ha visto recompensada. La investigación y resolución del caso no difiere demasiado del capítulo original, con un momento bastante curioso en el que el inspector Megure llega a pedir a Gin y Vodka que se identifiquen. Tras resolver el caso, se produce la escena que marcó el devenir de la serie: el intercambio entre Vodka y el mafioso misterioso. A partir de este momento todo lo que viene resulta ser mucho más fiel al manga que al capítulo original del anime, tomando como ejemplo a Shinichi, que saca unas fotografías como prueba antes de que Gin le golpee con una porra retráctil, una arma algo más lógica que el bate de béisbol del original. La secuencia termina con Gin administrando la APTX 4869 a Shinichi, que sufre mucho más que en cualquier otro capítulo del anime. Los gritos, los espasmos, el humo que sale de su cuerpo, todo encaja a la perfección en esta escena dramática.
Cuando Shinichi despierta tras tomar el veneno a la fuerza, nota unos cambios muy extraños en él: la ropa le va grande, unos policías creen que es un niño de seis años, hasta su voz es diferente. Es al verse en el espejo del centro médico del parque -otra fiel recreación del manga- que descubre la terrible verdad: su cuerpo ha encogido. El pequeño Shinichi no tiene otra salida que escapar del parque y volver a su casa, huyendo de la policía, mientras Ran hace lo mismo preocupada por él. Una nueva escena sacada del manga ocurre cuando un camión casi atropella al detective encogido, cerca de su casa. La carcajada de Shinichi muestra la ironía que hubiera sido morir atropellado tras sobrevivir al supuesto veneno.
Al llegar por fin a su casa, el profesor Agase es su único confidente aunque le cuesta convencerlo. Es un momento clásico reinventado para provocar más carcajadas, con Agase agarrándose los glúteos varias veces al ser mencionada la peca con un pelo situada en esa zona. Un acontecimiento importante se produce cuando el propio detective rebusca su ropa de niño en las cajas de su habitación, una búsqueda que conectará con la escena final del especial. A partir de aquí todos conocemos lo que sucede: la advertencia de Agase de ocultar su identidad y la llegada de Ran, en la que Shinichi se rebautiza con el nombre que hemos conocido durante los últimos veinte años: Conan Edogawa. Las últimas secuencias, el paseo de camino a la oficina de detectives Mouri y la caída de Kogoro por la escalera, no aportan ninguna novedad argumental respecto al capítulo original, pero sí nos permiten ver una animación muy cuidada y detallada al milímetro.
El especial concluye con un resumen de varios capítulos de la primera temporada también rehechos desde cero, como los primeros encuentros de Conan con su amigo Heiji o con su némesis, Kaito Kid. También ofrece una frenética persecución automovilística por las calles de Nueva York, entre Vermouth y los agentes del FBI Jodie Sterling y Shuichi Akai, antes de que todos pusieran rumbo a Japón. Es una lástima que no suene ningún ending nuevo de toda la franquicia, pero es un gran detalle poder comparar los capítulos originales con estos fragmentos y ver la sorprendente evolución que ha sufrido la serie en dos décadas. La escena post-créditos es la investigación de Shiho Miyano y la Organización en la casa de Shinichi Kudo, del que no se sabe su paradero. Las pistas que encuentra Shiho, una postal de Tropical Land firmada por Ran y la caja vacía de ropa infantil -he aquí la conexión con la escena anteriormente mencionada- confirman las sospechas de Sherry: Shinichi Kudo sigue vivo en el cuerpo de un niño, aunque ella lo esconde certificando su defunción en un informe.
Detective Conan: Episode ONE es una muestra del poder que tiene una gran historia con una animación cuidada al mínimo detalle. Todos los aficionados que vimos a Shinichi encogerse por primera vez, volvimos a disfrutar como si nunca hubiera pasado. Los guiños de Aoyama con el romance de Shinichi y Ran son una pieza clave de este episodio, además de todos los momentos cómicos y dramáticos que los acompañan. Los constantes cameos y los detalles dirigidos a propósito al espectador, como los openings y la escena del casi beso, también conforman un elemento de disfrute colectivo para cualquier fan que se precie. En definitiva, este especial ha resultado ser una mezcla inigualable que sirve para celebrar dos décadas de misterios por todo lo alto.
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