Bueno, si estás leyendo esto quiere decir que estás interesado en guardar una instantánea de tus figuras, de esas pequeñas bellezas en miniatura. Pues bien, eso es lo que dentro de un tiempo serás capaz de conseguir. Sé que estás impaciente por coger tu cámara y tirar miles de fotos a esa figura que tanto te costó conseguir, por la cual pasaste largas horas nocturnas esperando el preorder, pero antes te voy a hacer una pregunta muy sencilla: ¿de verdad sabes qué tienes en tus manos cuando coges una cámara?
Vamos a empezar por ahí, porque como dice el refrán, “No podemos descubrir los misterios de la naturaleza si no aprendemos a controlarla “. Con esto quiero decir que serás capaz de hacer fotos muy buenas si verdaderamente sabes qué es una cámara, cómo funciona y otros aspectos de igual interés. Cierto es que en este primer bloque nos centraremos en las cámaras “de bolsillo“, y que además no vamos a entrar en muchos detalles respecto a ciertos ajustes, pues todo esto se tratará en el bloque del “modo pro”.
Así pues, nos vamos a centrar en las cámaras compactas o también llamadas “de bolsillo”. No nos engañemos, estas cámaras no pueden siquiera hacer sombra a una cámara “réflex” (también llamada “SLR”), pero os puedo asegurar que seréis capaces de hacer fotos que nada tengan que envidiar a estas hermanas mayores.
Antes de empezar con la teoría, voy a daros un pequeño diccionario de términos con los cuales os debéis de ir familiarizando:
Cmos: es el componente electrónico que capta la imagen que proviene del exterior y que la transforma en un archivo jpg.
Objetivo: es una serie de lentes que, una tras otra, preparan la imagen para que sea “proyectada” sombre el cmos. En un vocabulario común, es “eso” largo que sale de la cámara.
Flash: es el destello de luz artificial que genera la descarga de la electricidad acumulada en un condensador a una lámpara de xenón. ¡Toma ya! Pues sí, es el fogonazo de luz que suelta la cámara cuando disparamos de noche. Hay varios tipos, pero de eso ya hablaremos más adelante. Aún así, hay una palabra de todo esto que quiero que tengáis muy presente: AR – TI – FI – CIAL. No es natural y esto será algo decisivo más adelante.
Botón de disparo: es más que obvio, pero lo que debéis saber es que este botón tiene dos pulsaciones: la mitad para enfocar y la otra mitad para disparar.
Dependiendo de la cámara, hay varias cosas que pueden variar. Por ejemplo, el zoom se puede controlar desde botones o desde una pequeña rosca que se encuentra colocada en el botón de disparo. Doy por hecho que os habéis leído las instrucciones de vuestras cámaras y que sabéis manejarlas, ya que en esta sección no vamos a tratar el tema “Aprende a usar tu cámara”.
También dependiendo de la cámara, los programas preestablecidos (automático, flash, retrato…) estarán en un sitio diferente. De momento no os hace falta saber dónde están, porque como es el curso básico, hablaremos de todos los ajustes en automático y como mucho de apagar el flash.
Hay un componente fundamental a la hora de tirar fotos a una figura: un trípode. No hablo de un gran trípode, con uno de esos chiquititos que veden en cualquier gran almacén es suficiente. Ahora bien, compradlo bueno porque un mal trípode tiembla e incluso podría ceder y mandar la cámara a hacer puñetas.
Sé que muchos pensaréis “aquí faltan cosas”. Cierto, faltan temas como qué es el “iso”, el foco, la velocidad de disparo, el balance de blancos… Bien, todo esto se tratará en el apartado pro. El objetivo de esta primera parte es que cualquiera que no se quiera complicar la vida mucho, pueda hacer fotos decentes a figuras. Por ello, todos estos temas se tratarán más en profundidad en la segunda parte del curso.
Recuerdo que antes de empezar tenemos que saber dónde está el disparador, dónde se cambian los programas preestablecidos de la cámara, qué es el flash y que ese tubito que sale de la cámara es el objetivo. No he hablado de la pantalla porque es de “cajón”. Ahora bien, ciertas cámaras de gama alta tienen una pequeña abertura donde se pone el ojo y se ve la imagen que se va a sacar. Esto es más propio de las cámaras réflex que de las compactas, pero es posible que alguien se encuentre con el “visor”, aunque en general las cámaras compactas tienen pantalla, por lo que nos vamos a centrar en ella.
Vamos al lío un poquito para que no os aburráis. Encended la cámara y elegid algo para fotografiar (todos los ajustes deben de estar en manual). Cuando decidáis a qué vais a disparar, solo tenéis que pulsar el disparador a la mitad. Por la pantalla veréis que os salen muchos cuadraditos que cambian de color. Estos son los puntos de enfoque que nos dicen qué es lo que va a estar enfocado en una primera instancia.
Cuando veáis que lo que queréis sacar está en uno de estos cuadraditos, y sobretodo que ese cuadradito cambia de color, proceded a disparar. Y ahora mirad el resultado: el objeto que hayáis querido sacar debería de estar enfocado. Si es así, enhorabuena y si no, probad a seguir disparando hasta que hayáis cogido fluidez en sacar fotos enfocadas. Probad con varias cosas a fotografiar y en varios sitios. Esta práctica es buena mientras esperáis a la próxima entrega, donde hablaremos un poquito más de esas fotos.
Hasta dentro de 15 días, y recuerda: La fotografía es el arte de detener el tiempo.
Facebook
Twitter
Pinterest
Instagram
YouTube
RSS