A finales de los 80 y principios de los noventa las telenovelas eran una parte tan importante de la sociedad española como lo son ahora los móviles. Las familias se arremolinaban frente al televisor durante la sobremesa para ver Cristal, Topacio, Abigail y otras tantas historias de mil capítulos con el consabido sabor romántico-edulcorado. Un verdadero boom social que fue desapareciendo con la aparición de nuevos canales de televisión, las series de producción propia y la diversificación de la programación.
Por aquella época nació Telecinco. El canal actualmente archiconocido por realities y programas de cotilleo como Sálvame, Gran Hermano o Supervivientes, en sus orígenes ofrecía contenidos muy diferentes a los actuales. Con una parrilla con muchas horas por rellenar y un presupuesto limitado, decidió empezar a emitir anime. Pero no cualquier tipo. Empezó por shojos del tipo telenovela con la clara intención de enganchar tanto a los jóvenes como al público adulto, ofreciendo un producto similar a lo que emitían el resto de canales, pero más fresco y seguramente a un coste mucho menor al de las populares telenovelas argentinas.
Así es como llegaron a nuestras fronteras los 42 episodios de la adaptación animada que Toei Animation hizo entre 1983 y 1984 del manga de Kaoru Tada, Ai Shite Night. Aunque aquí se la rebautizó como Bésame Licia y Yakko-Chan pasó a llamarse Licia, Satomi cambió su nombre por el de Borja, Gokato por el de Sergio y Shige-san por Anacleto.
Adaptación del anime a nuestra cultura
La llegada a España de este shojo animado pasó, no sólo por un cambio de nombres de sus protagonistas, sino por la adaptación de las canciones de los openings, endings y algunas de las que cantaba el grupo protagonista durante la serie. Para prueba, a continuación podéis ver el opening original japonés de la serie, que aunque sigue siendo igual de ñoño que el español, tiene una canción muy diferente a la de la versión que se emitió y que encabeza este artículo:
(Si alguien sabe por qué en el opening Licia es rubia y en el resto de la serie morena, que me lo diga. Es uno de los misterios sin resolver de mi infancia).
Parece que el canal privado quería que la serie animada encajase con nuestra cultura a pesar de las localizaciones y comportamientos japoneses de los protagonista. Así que apostó por esta obra dándole un ligero sabor a Disney con canciones pegadizas y que se repetían a lo largo de la serie. El resultado fue una versión censurada que hizo que nos perdiéramos las reacciones de Jorge al ver los pechos de Licia en el baño y bastantes juegos con la ambigüedad sexual de los personajes. Vamos, que no acabó de hacer justicia a su título japonés: Noche de amor.
Una historia de amor y humor
La historia trata sobre Luciana (Licia para los amigos), una chica de 18 años que trabaja con su padre en un restaurante de okonomiyaki en Osaka mientras va a clases nocturnas a la universidad. Licia se encuentra un día con un niño llamado Jorge y su gato Mico y termina conociendo a Sergio, el hermano mayor de Jorge y miembro de la banda de rock Bee Hive. Banda en la que, por casualidad, forma también parte Borja, un “melenudo” que lleva tiempo tras Licia y que es íntimo amigo de Sergio.
Vamos, el típico triángulo amoroso cargado de tensión sexual no resuelta, ambientado en el mundo de los cantantes de rock, y que dejaba a la altura del betún a los argumentos de las telenovelas que ofrecían el resto de canales y que sólo consiguió superar años después en la misma temática Ai Yazawa con su aún inacabada Nana.
Pero lo mejor de Bésame Licia era el contrapunto de humor que personajes como Jorge, su gato Mico y Anacleto, el padre de Licia, imprimían a la trama. Quedan para la historia frases del gritón de Anacleto como: “¡Qué manía tengo a los melenudos!” y “¡Mucho cuidado con los coches y con los jovenzuelos, sobre todo con los jovenzuelos!” que rebajan la tensión sexual y nos llevaban a algo más terrenal. Sin olvidar la “tortura” a la que Licia era sometida por la altiva Marica que también estaba enamorada de Borja. Aunque de Marica lo que más gracia nos hacía era su nombre. ¿A quién se le ocurriría ponerle ese nombre?
La prueba del paso del tiempo
Como se suele decir, el tiempo hace que algunas obras caigan en el olvido y encumbra a muchas otras. Bésame Licia ha acabado siendo una serie ligera con personajes entrañables pero tan exagerados como los pelos de colores de algunos de ellos, con una banda sonora excesivamente cargada de saxofón y muchas composiciones ñoñas. No me malinterpretéis, no era un mal shojo para la época, de hecho, aunque en Japón no fue un boom y se decidió no hacer nueva temporada, en Italia gozó de tal popularidad que decidieron crear nada más y nada menos que cuatro secuelas de imagen real. Es decir, la friolera de 145 capítulos.
https://www.youtube.com/watch?v=dfN1GG0x_jY
Sin embargo, la competencia en nuestro país fue muy dura para pasar a la historia del anime. Era difícil tener que competir en el corazón del telespectador contra series de la altura de Kimagure Orange Road de Izumi Matsumoto o de la popular La familia crece de Wataru Yoshizumi que por aquel entonces se emitía al mediodía en La 2.
En conclusión, si las historias bucólicas y exageradas no son los vuestro, mejor no os acerquéis a esta serie ni con un palo. Pero si por el contrario os gustan las telenovelas, el shojo edulcorado y os divierten los doblajes que adapten sin pudor a nuestra cultura las historias japonesas, este es vuestro anime. Seguro que el gato Mico y su obsesión por el okonomiyaki os sacarán una sonrisa y que acabaréis queriendo escuchar en bucle los temas de los Bee Hive.
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