Aquello que duerme en el campo de colza…
Aquello acariciado por la brisa…
¿Acaso no es un bebé?
No, lo que suena en el cielo son los cables de la electricidad, los cables de la electricidad.
Durante todo el día lo que suena en el cielo son los cables de la electricidad.
Aunque lo que duerme en el campo de colza es un bebé.
Con este poema tan enigmático comienza la obra de Jiro Taniguchi: El rastreador. Una de esas obras atípicas que merecen tener un hueco en nuestras estanterías, a pesar de no estar considerada como una de las mejores obras del autor, tiene méritos suficientes para ello. Un género poco habitual para este mangaka, en el que sabe desenvolverse correctamente y nos presenta una gran historia con muchos alicientes. Un thriller que te atrapa y no te suelta hasta el final. Y todo ello con el genial estilo del autor que ha encandilado a muchos lectores.
Argumento
Un experimentado alpinista, Takeshi Shiga, acude en ayuda de la llamada de auxilio de una madre afligida, Yoriko. Su hija ha desaparecido en la ciudad de Tokio. Se trata de Megumi, la hija adolescente de su mejor amigo, Tatsuhiko Sakamoto, muerto hace años en su última ascensión al Dhaulagiri en el Himalaya. Así que Shiga abandona el refugio de montaña en el que vive y viaja hasta la capital para intentar averiguar el paradero de la adolescente.
Una vez en la ciudad, se enfrenta a numerosas dificultades para conseguir encontrar a la joven, ¿qué ha podido pasarle? La policía no parece muy predispuesta a hacer su trabajo, así que nuestro protagonista tiene que averiguarlo por su cuenta.
Al final, sus pesquisas lo llevan a sitios poco adecuados para una adolescente y nos tememos lo peor. Los suburbios de una gran ciudad son garantía de poca seguridad, incluso en un país como Japón. La familia preocupada por el paradero de Megumi, sus amigas del instituto, las autoridades que aparentemente pasan de un caso como tantos otros. Todos son problemas que tendrá que solventar un alpinista experimentado en la montaña, pero no tanto en la ciudad. ¿Conseguirá encontrarla?
Un género poco habitual en el autor
Taniguchi no suele brindarnos habitualmente thrillers entre sus obras, así que es una gran oportunidad para descubrir una faceta del autor que intenta salirse de su estilo habitual. Una buena ocasión para ver cómo se defiende en este estilo de obras. La trama puede caer en el tópico, la historia se va desarrollando sin sobresaltos ni giros rocambolescos, pero Taniguchi es un maestro en mantenernos enganchados.
Mediante una narración pausada y el uso de flashbacks, el autor va desenmarañando una trama bien construida. Vamos descubriendo que los personajes tienen unos estrechos lazos de unión, unos lazos más fuertes emocionalmente de lo que podía aparentar al principio. Así que se acaba simpatizando con los personajes y se teme por la posibilidad de un final inesperado. Consigue, según mi parecer, que una historia típica se convierta en una obra bastante notable pero sobre todo, entretenida y disfrutable por cualquier aficionado.
Estilo
Taniguchi tiene un trazado limpio con un uso de tramas destacable que nos ofrece un dibujo detallista, ofreciéndonos unos paisajes y escenarios urbanos muy realistas. Los diseños de personajes son los habituales en el autor. Se puede observar personajes muy parecidos en otras de sus obras. Megumi recuerda a la amiga del instituto del protagonista de Barrio Lejano o el abuelo de Megumi, se parece al protagonista de Los años dulces. Pequeñas sutilezas, como un peinado distinto hacen que no sean exactamente iguales, pero compensado con personajes con mucho trasfondo y personalidad.
Los encuadres y perspectivas no salen de lo habitual, pero Taniguchi es un maestro y compone las viñetas de manera magistral en muchos momentos. Brinda unas grandes escenas de acción, sobre todo la ascensión del edificio, además de hermosos paisajes de montaña, muy evocadores, que contrastan con diversos paisajes urbanos.
Reflejo de la sociedad nipona
En sus obras sobre alpinismo, Taniguchi nos muestra la ascensión a la montaña y aquí no puede faltar ese elemento tan presente en otras ocasiones. Así que lo transfigura, lo cambia por un elemento típico de la ciudad, un edificio gigantesco, que representa el poder del hombre sobre la naturaleza.
En esta obra el alpinismo de montaña se traslada a la ciudad y Taniguchi salva el escollo de manera correcta. Además, la ciudad y la historia le dan mucho juego, así que enseña una visión de la sociedad nipona actual y algo desoladora, pero sin entrar a juzgar demasiado, aunque el lector saca sus propias conclusiones.
Una sociedad que rehuye la realidad más cruda, el lado cruel de la adolescencia, unos padres que se preocupan por las apariencias y el qué dirán. Una caída al abismo de la propia sociedad, representada por Megumi, su consecuencia más directa. El tema de la prostitución, tan escamoso y peliagudo, está presente de una manera ‘natural’, sin estridencias. A través de los ojos de Yoriko, podemos ver el sufrimiento de los padres que no han estado a la altura de las circunstancias, más preocupados por ellos mismos que por sus hijos.
Por otro lado, tenemos a Shiga, un protagonista duro, pero también apesadumbrado, afligido. Hace tiempo que decidió elegir la montaña y abandonar la ciudad, en la que parece que no se encuentra muy cómodo. Uno de los aspectos que más llama la atención al lector tranquilo y meticuloso. Muchas cosas sobre Shiga, las sabemos por esas viñetas que tan bien presenta el autor. A través de sus dibujos conseguimos ver el interior del personaje, esa lucha interna por hacer lo que se debe en cada momento, sin titubeos y sin ambivalencias de ningún tipo.
Shiga tiene varios asuntos de su pasado por los que arrepentirse. Esta vuelta a la ciudad le hace recordar todos esos acontecimientos de los que no se siente muy orgulloso. Todo eso ‘carcome’ a nuestro protagonista, cosa que Taniguchi tan bien refleja en su rostro. El autor no se queda en lo superficial, así que hace descender al protagonista a la ciudad. Y no contento con esto, lo hace llegar a los bajos fondos, para de manera literal y metafórica, poder hacerlo resurgir subiendo por ese edificio inexpugnable. Un amasijo de hierro y cemento, contra el que deberá luchar encarnizadamente y en el que apostará el todo por el todo, arriesgando su vida sin desfallecer.
Simbolismo
Una de las personas que ayuda a Shiga en Tokyo es el señor Yoshida; éste le recuerda a nuestro protagonista que subir una montaña no es la única opción y que existe una expresión llamada “el tao de la montaña” o “la ruta o el camino de la montaña”, en referencia a la concepción filosófica del alpinista polaco Wojtek Kurtika ( también Wojciech Kurtyka). Este alpinista entendía el camino de la montaña como una forma de vida que además de hacerte mejor deportista, puede hacerte mejor persona. Esta concepción mística, según se comenta entre algunos entendidos, también hace referencia a ‘el camino de la espada’ de los samurais en el que se lucha y pelea sin perder la humanidad, sin perder el contacto con los valores básicos, pero también al concepto del ‘taoísmo’, esa fuerza conciliadora entre el ying y el yang.
Pero no es la única referencia, los versos iniciales y el poema que recita Sakamoto durante la obra, pertenecen a Chuya Nakahara, un poeta japonés influenciado por el simbolismo y el dadaísmo, a la vez que seguidor de autores franceses como Baudelaire. Se trata de un poema que lee Sakamoto en sus tiempos de instituto. Pero hay algo que no entiende de estas hermosas palabras. Años después, al tener a su hija, cree entender el significado del poema y así lo explica en la obra: el bebé de este poema… me parece que es Megumi y también yo mismo. Yo también estoy durmiendo en el campo de colza.
En este aspecto, el poema de manera simbólica, evoca al lector a su propia experiencia y cada lector puede extraer sus propias conclusiones sobre el significado de estas palabras. El propio personaje siente que le falta algo y esa sensación de vacío, lo lleva a esa última ascensión a pesar de su promesa.
La edición
Una edición a la altura de otras obras del autor y a la que Ponent Món tiene acostumbrados a sus lectores. El papel tiene la calidad habitual de la editorial y la impresión es perfecta. En esta ocasión la obra se ha editado en sentido de lectura oriental, hecho que se agradece, dado que muchas de sus obras se ‘espejan’ pensando en el lector menos habituado a leer mangas. Una notable edición para una obra a la altura de ésta. Una obra de 336 páginas en blanco y negro, con algunas a color, encuadernación rústica por cerca de 20 euros, que puede parecer cara a muchos aficionados.
El autor
Jiro Taniguchi lleva más de 40 años publicando sus obras y en RP2 se ha hablado en multitud de ocasiones, por lo que no será necesario extenderse demasiado. Numerosas noticias sobre sus publicaciones y diversas reseñas de sus obras, además de un especial que se le dedicó a este gran autor son suficientes si se quiere ahondar en su biografía. Lleva 40 años publicando y su obra es reconocida tanto dentro como fuera de Japón, incluso parece ser que el mercado extranjero ha comenzado a ganar al nipón en cuestión de ventas. Debido, seguramente, a que el autor tiene un estilo narrativo y visual más similar al cómic europeo y a la bande designee franco-belga, alejado del manga japonés más popular y comercial. Su inclusión dentro de la denominada ‘nouvelle manga’, tenga mucho que ver junto a autores como Frederic Boilet, Benoit Peeters o Kiriko Nananan.
Es un autor que ha cultivado multitud de temáticas:
- El mundo del alpinismo se ve reflejado en obras como La cumbre de los Dioses, K, El rastreador.
- La naturaleza casi como una protagonista más en obras como Seton, El viajero de la tundra, El olmo del Cáucaso.
- Las obras de carácter costumbrista o ‘slice of life’ como Barrio Lejano, El caminante, El almanaque de mi padre.
- Las basadas en hechos históricos como La época de Botchan, Crónicas del Viento.
- Las culinarias El gourmet solitario y Los años dulces.
- Las menos realistas y bastante fantásticas y metafísicas como en Cielos Radiantes y La Montaña mágica.
- Obras de acción, poco pausadas como suele ser habitual: Blanco, Enemigo y Hotel Harbour View.
El buen hacer del autor que ha cosechado varios premios Premio Tezuka por Botchan no Jidai (La época de Botchan), premios del Festival Internacional de Cómics de Angloulême y del Salón del Cómic de Barcelona por Harukana machi-e (Barrio Lejano) lo convierten en un mangaka de reconocido prestigio en nuestro país y consiguen que año tras año se sigan publicando obras suyas.
Conclusión
Es evidente que a Taniguchi se le ha encasillado en nuestro país por sus historias más pausadas y con menos acción, a pesar de tener varias obras en las que demuestra que puede defender bien otro tipo de géneros. Actualmente, se están publicando obras que no están dentro de ese tópico y que dan otros puntos de vista sobre la obra del autor a los lectores más generalistas: Enemigo, recientemente publicada en nuestro país, y obras como Blanco o la difícil de encontrar Hotel Harbour View, son buenos ejemplos de lo que puede conseguir el autor, si se sale de su estilo más habitual. Una obra poco conocida en nuestro país, pero que ofrece mucho más de lo que aparenta a primera vista. De lectura obligada para los fans del autor y recomendada para aquellos que no lo son tanto, ya que al ser una obra atípica del autor, quizás puedan encontrar aquello que no encontraban en obras anteriores.
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Lo mejor
El autor se atreve con un thriller, algo a lo que Taniguchi no nos tiene acostumbrados. Consigue que el lector tenga empatía con los personajes y traslada su lucha interior a un territorio desconocido.
Lo peor
La historia puede resultar manida y tanto el desarrollo y desenlace pueden ser previsibles. La relación materno-filial cae en el tópico y no se ahonda lo suficiente, pudiendo ofrecer mucho más sentido a la obra.
Ficha técnica:
Título Original: Sousakusha
Guión: Jiro Taniguchi
Dibujo: Jiro Taniguchi
Editorial Japonesa: Shogakukan
Editorial Española: Ponent Mon
Formato: Tomo B5 (170×260) Rústica con solapas
Nº de Tomos en Japonés: 1
Nº de Tomos en Castellano: 1
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