El gekiga, primer género dedicado al joven y al adulto, tiene sus raíces en el fenómeno manga nacido tras la post-guerra, donde leer manga era un símbolo de rebeldía y protesta contra el Tratado laboral de seguridad de Estados Unidos y Japón. Busca alejarse del manga comercial reinado por Tezuka, aquel que era más un «garabato» que la representación de una imagen dramática. Al ser considerado un estilo underground tan sólo podía encontrarse de alquiler en librerías especializadas, dando a luz toda una nueva industria editorial que se alejaba de la tradicional. Los temas planteados en el gekiga son también muy distintos a los tratados en los típicos manga para niños de la época, centrándose más en el drama humano, el misterio y en las historias de detectives. Más tarde Osamu Tezuka se dejaría cautivar por este género alternativo, plasmando esta pasión en obras como Adolf, Fénix o MW.
El término gekiga fue acuñado por el pionero del género, Yoshihiro Tatsumi, en 1958. En aquel momento, los títulos que más se aproximaban al recién nacido gekiga eran Typhoon Goro, de Takao Saito, y The Man with the Black Scar (El Hombre de la Cicatriz Negra), de Masaaki Sato. Ambos títulos no eran idóneos para el paladar infantil. Tatsumi pasó a formar el Taller Gekiga en 1959 junto a Saito y otros partidarios del género.
Cuando la industria del alquiler de ejemplares por parte de librerías especializadas se desvació, el taller dirigió su atención hacia las revistas, naciendo en 1968 la primera revista manga semanal dedicada al joven y al adulto: Big Comic, publicado por Shogakukan. En la actualidad existen 22 importantes revistas del género.
Cuando hoy en día la línea divisoria entre el manga y el gekiga se torna borrosa, Shogakukan Creatives ha decidido relanzar aquellos títulos originales que estuvieron en alquiler en librerías especializadas. Aproximadamente 50 títulos, incluyendo The Martian Chronicles (Las Crónicas Marcianas) de Mizuki, están volviendo a captar la atención del público.
En este año conmemorativo, Machi, publicada originalmente en 1957, y Kage, publicada en 1956, se han puesto de nuevo a la venta. Los editores tienen la esperanza de que estos misteriosos manga, los cuales se adentraban en la naturaleza de la maldad humana, sean igual de significativos, para los lectores actuales, como lo fueron hace 50 años.
Aunque estos títulos fueron la «fuerza motriz» que llevaron al gekiga a la madurez, no han de captar exclusivamente toda la atención. Hemos empezado a reconocerlos como parte del origen del manga, comenta Hiroshi Kawamura, ejecutivo de Shogakukan Creative.
En Abril, se celebró una fiesta conmemorativa para rendir tributo al 50 aniversario del gekiga. Situada en Tokio, la celebración tuvo la presencia de varios mangakas y personas relacionadas con el mundo de la publicación y el manga.
Lo hacemos por los baby boomers, explica Kawamura, fueron testigos del nacimiento y la evolución del manga, desde las revistas para niños hasta la llegada de los manga maduros. Y cuando un viejo gekiga sale a la venta, ellos lo compran.
El manga está siendo percibido por el extranjero como parte del patrimonio cultural de Japón, y los aficionados de occidente se interesan por el gekiga para comprender la historia del manga.
El veterano mangaka Leiji Matsumoto añade: Desde el nacimiento del gekiga, podemos percibir la intensidad y desesperación del mangaka al tratar de crear algo nuevo. Me haría muy feliz si las nuevas generaciones llegasen a percatar estos detalles cuando lean las reimpresiones y pudieran crear así obras únicas con gran fuerza técnica.
Fuente: Mainichi Shimbun
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